sábado, 31 de octubre de 2009

Aquello que decimos, Laura Gutman

 Este articulo es maravilloso, en nuestras manos esta la oportunidad y la responsabilidad de crear una sana y fuerte autoestima en nuestros hijos asi que este tipo de informacion siempre es de gran ayuda.. disfrutenlo!!!!



Los niños creen en los padres. Cuando les decimos una y otra vez que son encantadores, que son los príncipes o princesas de la casa, que son guapos, listos, inteligentes y divertidos, se convierten en eso que nosotros decimos que son. Por el contrario, cuando les decimos que son tontos, mentirosos, malos, egoístas o distraídos, obviamente, responden a los mandatos y actúan como tales. Aquello que los padres -o quienes nos ocupamos de criar- decimos, se constituye en lo más sólido de la identidad del niño.

Los niños no tienen más virtudes unos que otros. Ahora bien, el niño no suficientemente mirado, mimado, apalabrado y tomado en cuenta por sus padres, dará mayor crédito a sus discapacidades. Y sufrirá. En cambio el niño mirado y admirado por sus padres, amado a través de los actos cariñosos cotidianos, contará con una seguridad en sí mismo que le permitirá erigirse sobre sus mejores virtudes y al mismo tiempo reírse de sus dificultades.

Si nos damos cuenta que nuestros hijos sufren, si tienen la auto estima baja, si tienen vergüenza, si se creen malos deportistas, malos alumnos, o que no están a la altura de las circunstancias, si les cuesta hablar, relacionarse, jugar con otros, si suponen que son lentos, o si son víctimas de las burlas de sus compañeros; nos corresponde accionar a favor de ellos, ya mismo. Lo peor que podríamos hacer es exigirles que asuman solos sus problemas.

Podemos nombrar aquellas virtudes, recursos o habilidades que el niño sí dispone como individuo. Por ejemplo, que es un niño que siempre dice la verdad. Que nunca traicionaría a un amigo. Que es incapaz de lastimar a otro. Que observa y comprende a los que sufren. Que es generoso y tolerante. Decirles a los niños que son hermosos, amados, bienvenidos, adorados, nobles, bellos, que son la luz de nuestros ojos y la alegría de nuestro corazón; genera hijos seguros, felices y bien dispuestos. Es posible que las palabras bonitas no aparezcan en nuestro vocabulario, porque jamás las hemos escuchado en nuestra infancia. En ese caso, nos toca aprenderlas. Si hacemos ese trabajo ahora, nuestros hijos -al devenir padres- no tendrán que asumir esta lección. Porque surgirán de sus entrañas con total naturalidad, las palabras más bellas y las frases más gratificantes hacia sus hijos. Y esas cadenas de palabras amorosas se perpetuarán por generaciones y generaciones, sin que nuestros nietos y bisnietos reparen en ellas, porque harán parte de su genuina manera de ser. Pensemos que es una inversión a futuro con riesgo cero. De ahora en más… ¡sólo palabras de amor para nuestros hijos! Gritemos al viento que los amamos hasta el cielo. Y más alto aún. Y más y más.


Extracto de un artículo del libro “Mujeres visibles, madres invisibles” de Laura Gutman

2 comentarios:

  1. amiga es muy cierto este texto, nosotros tenemos en nuestras manos a estos pequeñitos y para poder formarlos como buenas personas pero sobre todo como personas felices, es muy facil de llevar a cabo pero muchas veces no hemos caido en cuenta de ello, cada palabra cada gesto el tono de voz que usamos es muy importante y tiene muchisimo significado para ellos, no es lo mismo que te lo diga alguien de tu entorno a que te lo diga tu papa o tu mama, mas para los niños que nosotros somos sus heroes o los que "mas sabemos" porque ellos nos ven asi, si ellos se sienten amados y seguros no les importara tener al mundo en contra porque mama y papa le demuestran que el es valiosisimo y lo demas sobra.... ay amiga gracias por compartir estos temas con nosotras

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  2. Asi es Jess, una simple palabra o gesto puede afectar enormemente a nuestros hijos, como bien dices hasta el tono de voz cuenta.. nos toca a nosotros los padres EDUCARNOS mejor sobre las mejores maneras de educarlos a ellos, porque los tiempos han cambiado y lo que fue en mi epoca no lo es en la de mi hija...

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